terça-feira, maio 26, 2009

A guerra na raia no Distrito de Portalegre até à época da Regeneração


Síntese de Conferência Pública na Faculdade de Letras e Filosofia – Universidade da Extremadura-  La guerra en la “Raya de Portugal” y su importancia hasta el tiempo de la Regeneración” . Durante el medievo la guerra fue siempre un obstáculo para la aproximación entre las sociedades fronterizas, una circunstancia comprensible habida cuenta de que en ese largo período histórico los reinos cristianos estuvieron comprometidos con la tarea de definir los sus límites territoriales. Por eso, hasta la firma el 12 de septiembre de 1297 del Tratado de Alcanices que definió prácticamente las fronteras del estado portugués la raya de Portalegre fue un territorio constituyó en todo momento un espacio de de litgio y en conflicto permanente. Hasta tal punto que a lo largo del siglo XIII fue cambiando sus límites una y otra vez en función bien de la progresión o el retroceso de las fuerzas portuguesas en territorios entonces ocupados por los musulmanes o por efecto de los conflictos militares con Castilla, que marcarían la vida política portuguesa y cuya diplomacia, a través de los tratados de paz, también resultaría determinante en la definición del espacio territorial portugués. Pero si la guerra fue un hecho común en el medievo, ya también se produjeron ya en este período de la historia algunas situaciones que acabarían siendo específicas de estas regiones fronterizas. Nos referimos,  por ejemplo, a la presencia de comerciantes portugueses y castellanos en las ferias que se celebraban en los núcleos situados a ambas partes de la raya, donde se comercializaban productos singulares de sus regiones . El contrabando era entonces ya una actividad floreciente, centrándose sobre todo en los ganados y, de una forma especial, en la compra-venta de caballos en periodos de conflicto bélico se hacía referencia con alguna asiduidad[1]. Concretamente, Manuel de Melo, alcalde de Olivenza, era a fines del siglo XV uno de los mayores contrabandistas de ganados para  su traslado a Castilla[2].Otros datos manifestan, igualmente, la importancia de la raya como lugar de exilio, siendo ésta  una función que atraviesa toda la historia de la raya de Portalegre. En particular, son conocidos por las fuentes históricas, los grandes movimientos de poblaciones judaicas que pasaron la frontera del Caya, exactamente por Arronches y Elvas en 1463 y se repetirían luego con asiduidad a lo largo del siglo XV con motivo de su huída de la inquisición española. De acuerdo con algunas fuentes, caso de Caçuto y Damião Gomes,  a lo largo de Quinientos ascendió a unos 120.000 el número de judíos que entraron en Portugal; Y, según Bernaldez[3] alrededor de unos   15.000 de ellos llegaron a Marvão procedentes de Alcántara, mientras otros 10.000 aproxidamente arribaban a Elvas desde Badajoz. También destacó la  presencia entre esos colectivos de algunos hombres de ciencia, que hicieron sus pruebas en Portugal, caso del Mestre Moisés Vino[4], morador en Badajoz, para  ejercer el oficio de físico en tierras de la raya o, entre otros, el del físico portugués Mestre Álvaro[5], queien volviendo a Elvas, su ciudad natal, tuvo que probar los conocimientos adquiridos en Castilla. Este mismo fenónemo tuvo lugar en el sentido de Portugal hacia Castilla, destacando los movimientos de aislados, que se produjeron en el período de 1384-1386, cuando una parte considerable de la nobleza de sangre lusa que se mostraba a favor de la unidad entre las dos coronas ibéricas atravesa vários puntos de la raya de Portalegre[6]. En definitiva, si es verdad que durante la Edad Media la guerra o, mejor, los asedios a las fortalezas de la raya, fueron un hecho  incuestionable no resulta menos cierto que ya en este período se desarrollaban algunas actividades que al paso de los siglos se afirmarían como específicas del territorio objecto de estudio.Durante la Época Moderna (siglos XV-XVIII)  las noticias acerca de la guerra proliferaron en toda la raya de Portalegre, particularmente durante el período de las llamadas “Guerras de la Restauración”, entre 1640 y 1659. Y al mismo tiempo, fruto de la coyuntura  militar própia de la época se produjeron  varias embestidas, como sucedió con la llamada “guerra de saqueo y pillaje”, que se dirigía en el caso portugués hacia los territorios fronterizos de Extremadura española  y en al caso español, hacia las tierras alentejanas.Los robos característicos de este tipo de guerra, realizados generalmente por grupos a caballo, no afectaban siempre a las propiedades del enemigo, dado que una buena parte de sus manifestaciones tuvieron lugar en su propio territorio. Y una de las posibles explicaciones de esta situación estaba relacionada con los pagos atrasados a la soldadesca o no efectuados siempre en su totalidad, de forma que el producto del saqueo y los pillajes terminaba convirtiéndose en uno de los elementos utilizados por los soldados para garantizarse  su supervivencia. Esta realidad era, inclusive, un objeto de preocupación para las autoridades militares, según pone de manifiesto la correspondencia del Gobernador de Armas, Martín Afonso de Melo, dirigida al  monarca  D. João IV, denuncia esa situación: « ... se todo lhe faltarão os socorros, ou fugirão ou tornarão a fazer os mesmos roubos[7]». De todos os modos, algunas de estas actividades formaron parte de operaciones militares, pese a no tratarse de una estrategia militar frecuente en términos institucionales, como puede observarse en el siguiente texto fechado en diciembre de 1646: «Com a ocasião do sucesso que houve em Castelo Vide mandei com cavalos escolhidos na volta de Xeres, aonde estava uma tropa de cavalos e alguma infantaria do inimigo, e foi em tão boa hora que se  degolou a maior parte dela e trouxeram prisioneiros trinta e tantos castelhanos e um sargento com eles e o gado que acharam»[8]. Pero, sin duda, en el caso portugués la atracción por el robo, sobre todo de ganados, en los espacio rayanos con la provincia de la Extremadura española se debió en buena medida a la benevolencia con que se trataban estos actos en la ley en vigor, que determinaba que en las provincias portuguesas « ... se os soldados furtam nelas os enforcarão».[9] Por eso mismo, la mayor parte de las acciones eran realizadas por pequeños grupos a caballo y sin cualquier apoyo institucional.En el transcurso de la Edad Moderna, y a como consecuencia de la integración de Portugal y el Imperio Español, la región objecto de estudio tuvo un papel importante en ese proceso de integración, desempeñando más tarde un papel decisivo en el proceso de restauración de la soberanía portuguesa.Desde luego, el proceso de integración de Portugal en el imperio Español, mereció un apoyo incontestable de la aristocracia rsidente en los principales núcleos fronterizos vecinos de la capital de  Extremadura. En la ciudad de Elvas, el-Rey Felipe II fue recibido con fiestas populares y  aclamado como rey de Portugal, hecho éste que tuvo como recompensa la concesión al núcleo elvense de una serie de importantes privilegios. Especialmente significativos fueron las  reducciones de cargas fiscales, la abolición de la cobranza de derechos aduaneros sobre las mercancías que atravesasen la frontera en ambos  sentidos y exención del pago de los derechos portaje y pasaje en todos los reinos y señoríos de Filipe II.[10] Incluso en esta ciudad se mandó acuñar por carta regia una moneda donde aparecía grabado el nombre del rey español,  vísperas de su  partida hacia las Cortes de Tomar, donde sería coronado como rey de Portugal. En el castillo de la villa de Campo Mayor, la nobleza y el pueblo, declaron en presencia de los enviados de D. Felipe II, que aceptaban el rey español como «seu rei e señor natural dos ditos reinos de Portugal»[11]. Y lo mismo sucedió cuando tuvo lugar el paso de D.Felipe II por el distrito de Portalegre en su  camino  hacia la capital de portuguesa.En el ámbito económico, el comercio terrestre con Castilla, se desarrolló desde el siglo XVI más que nada, por la ruta que iba desde  Lisboa a Madrid y Sevilla, teniendo como base los productos coloniales que llegaban por vía marítima a la capital portuguesa. Y situados en esta larga ruta, a mitad de su camino, se localizaban los núcleos principales en estudio, cuyo interés hacendístico y fiscal se manifestaba  ya en la  existencia de cinco aduanas (Marvão, Alegrete, Arronches, Campo Mayor y Elvas), con un cuerpo significativo de funcionarios distribuidos a lo largo de los casi de 100 Kms. de la raya. En los núcleos de Elvas y Campo Mayor, situados en esta ruta comercial durante el decenio de 1620-1630, algunas familias de cristianos nuevos eran referenciados en la actividad comercial en la principal ciudad de la Extremadura. Como era el ejemplo, de los Rodríguez Lindo de Campo Mayor, os mesa y los Silveira de Elvas y los Costa de Olivenza, referenciados como los más importantes mercadores en aquella plaza comercial la partir de la cual introducían en los núcleos fronterizos de Campo Mayor, Elvas y Olivenza, ganados, cueros y tejidos[12].  Se es cierto que algunos mercadores de la Extremadura Española, marcaban presencia en las ferias del norte alentejano, desde finales del siglo XVI que lo mismo verificaba se con un gran numero de mercadores que vivían  la raya portuguesa, cuya mayor parte eran identificados con los núcleos de Elvas, Olivenza y Campo Mayor, algunos como los Mendes que cambiavan esclavos por caballos en varias tierras de Castilla[13]. Más tarde, a lo largo del siglo XVII, la principal actividad comercial a lo largo de la raya, centraba se en lo comercio de las especias de la India, que estaban en la pose de las grandes familias de origen judía, como los Álvares, los Mata y los Gomes de Elvas entre otros, que antes de la unión ibérica ya tenía un comercio prospero con varias regiones de España. Porque los Álvares eran referenciados en varios núcleos comerciales del reino vecino tal como Córdova, Granada, Málaga, Sevilla Y Medina del Campo, en la venta de paños y sedas de la India.[14] Así a pesar de esta apertura de las fronteras durante el período de la Unión Ibérica, los conctatos entre los pueblos de la raya, con mayor intensidad y representatividad fueran sobre todo en el ámbito económico y por iniciativa de la comunidad judía de la raya portuguesa.  Con la Restauración de la identidad nacional en 1 de diciembre de 1640, se intensificó de nuevo el movimiento comercial en las aduanas portuguesas, a pesar de la prohibición que afectaba en teoría pero no en la práctica los enemigos de la corona portuguesa. De hecho en la frontera con la España continuaba a desorrallarse un comercio limitado y de interese para los pueblos de las varias localidades de Portugal y España. No deja también de ser curioso, que antes de la asignatura de la paz con la España en 1668, el estado portugués permitió la apertura de tres aduanas en la raya del Alentejo, como fueran los casos de Castelo Vide y Mértola en 1655 y de Meadas en 1656, a pesar del recelo de la presencia de espías y de un posible crecimiento del contrabando en esa localidade fronteriza[15].Todavía esta realidad era comprensible considerando la raya como un espacio divisorio para quienes desde capitales de ambos estados dicídian las respectivas políticas internacioales. Y por otro lado, la raya como resultado del comportamiento manifestado por los vecinos de los lugares fronterizos quienes, superada la fase inmediata del enfrentamiento, y como después iba a ocurrir tras el conflicto sucesorio, reanudaron pronto sus frecuentes intercambios. [16]  En la verdad el contrabando en la raya portuguesa fue una realidad que se fue desarrollando al lo largo de los siglos XVII y XVIII, de tal forma que la corona en 1785, acabó por extinguir los dos superintendentes generales de las aduanas criados en 1766 por el marqués de Pombal, una vez que la misión de estes funcionarios regios durante dos décadas no evitó la amplianción de la actividad del contrabando en el norte y sur de Portugal, para cuya misión se justificarán la creación de los sus cargos.Lo cierto es que era tan crecido el número de  movimientos en una y otra dirección y diverso el flujo de mercancías que, bien por lo legal o de manera fraudulenta, atravesaban la raya que los encargos de la Hacienda, a medida que se aproxime el fine de la centuria, se inclinarán cada vez más por una política de mayor firmeza que dejará en un segundo plano los aspectos admnistrativos para centrarse en los policiales en un territorio cada vez más incontrolado. [17] A fines de la última década de setecentos, la guerra volvía a las tierras del Alto Alentejo y una vez más se cerraba el espacio fronterizo. La amenaza venía de Francia, primero por el hecho de la participación de Portugal en la campaña del Rossilhão (1793-1795) al lado de los otros estados sus enemigos como eran los casos de España y Inglaterra y en segundo, como resultado de la alianza firmada por la Francia y España en 8 de agosto de 1796 por el Tratado de Santo Ildefonso. En relación a la campaña de Rossilhão  y al contrario de la España que firmó la paz con los franceses en 7 de junio de 1795, Portugal se mantuvo en el campo de batalla y sólo finalmente firmó la paz en 10 de agosto de 1797 pero no cumprindo las obligaciones determinadas por el tratado, tales como las indemnizaciones de guerra en el valor de 10 millónes de libras, la concesión de facilidades comerciales a la Francia, la interrupción de la ayuda militar a la Inglaterra y la revisión de las fronteras entre las Guianas. Por el Tratado de Santo Ildefonso y después de intensa actividad diplomática desarrollada por Luciano Bonaparte junto de la corte española, se firmaba en 2 de enero de 1801 un documento que determinaba la invasión del territorio portugués caso Portugal mantuviese abiertos los sus puertos a los navíos ingleses entre otras condiciones. En estas circuntancias la España declaró guerra en Portugal a 27 de febrero de 1801, en una altura en que los ejércitos se concentraban en las ciudades más próximas de la raya del Caya. Así en junto a Badajoz concentraránse cinco divisiones españolas,  correspondientes la cerca de 40.000 a 50.000 hombres contra 12.000 portugueses. En 20 de mayo el ejército sobre mando del marqués del Solana la división de vanguarda atravesó a frontera para una serie de campañas vitoriosas en tierras del Alto Alentejo, donde participarían también las restantes divisiones del ejército español .Los primeros combates en territorio portugués ocurrieran en los espacos fueran objectos del nuestro estudio, de hecho los primeros reencuentros sen consecuencias tuvieran lugar junto a Elvas, con todo el ejército español se dirigió para el norte de la plaza en dirección a las villas de São Vicente, Barbacena y Monforte a partir de la cual avanzó en 29 del mismo mes sobre la villa de Arronches, derrotando de forma fácil as fuerzas aparcadas en aquelle municipio. Es cierto, que la su plaza militar se encontraba en ruinas desde las guerras de la restauración, por otro lado, lo su papel era de ayuda a cualquier tentativa de cerco a la plaza militar de Campo Mayor, con todo esta primera batalla demonstró que el ejército portugués no estaba preparado para la guerra, según António Ventura: «A derrota foi rápida e só não assumiu a forma de catástrofe total pela pronta intervenção de Bernardin Freire, que enviou algumas tropas de Mosteiros para proteger a retirada dos que estavam em Arronches. A confusão não podia ser mais completa: a cavalaria portuguesa debandou no meio do maior caos, atropelando a infantaria. Os soldados fugiam cada um para o seu lado, encurralado entre o rio e os muros da vila, abandonando bagagens e armas» [18].Lo cierto es que la situación militar ocurrida en el combate de Arronches, acabó por se repetir en otros cenarios de guerra en el Alto Alentejo, como fue el caso del combate de Flor de Rora. «O desastre de Arronches não servira de lição ao comando portugués. Num vale tão exíguo, a coordenação entre a infantaria e cavalaria num vale seria impraticável em caso de ataque inimigo. Por outro lado, o terreno situado entre a vila e o rio Tejo não estava ocupado militarmente, nem sequer nele foram colocadas vigias, confiando os chefes militares portugueses na inacessibilidade do terreno»[19]. En este contexto, las vitorias de las diferentes diviones del ejército español por todo el Alto Alentejo, fueran facilitadas pelo hecho del nuestro ejército procurar evitar las batallas tomando posiciones estrictamente defensivas y retirando de forma estratégica como forma de evitar un posible aniquilamiento.El tratado de paz era firmado en 7 de junio en Badajoz y determinaba el fin de este conflicto que ficó conocido por el nombre de la Guerra de las Naranjas. Por lo mismo, Portugal se comprometia a cerrar los puertos a la navegación inglesa, a impedir la práctica de contrabando en sus fronteras que perjudicasen los intereses de España y indemninizar los súbditos españoles por los daños sufridos. Cuanto a la España, debía hacer la rstituición de las plazas conquistadas – Juromenha, Arronches, Barbacena, Portalegre, Castelo de Vide, Campo Mayor y Ouguela, con excepción de la villa y territorio de Olivenza. En la opinión de António Ventura, « A Espanha conseguia concretizar uma velha aspiração, fazer coincidir, naquela zona, a fronteira política com a fronteira natural, o rio Guadiana » [20]. De nuevo, Portugal estaba sobre amenaza de la Francia, por ignorar el Bloqueo Continental decretado por Napoleão en 21 de noviembre de 1806, por no cerrar los sus puertos a lo su viejo aliado la Inglaterra. La confirmación que la guerra era eminente, ficó en la práctica establecida por el Tratado de Fontainebleau en 27 de octubre de 1807, en lo cual se determinada la ocupación y partilla del territorio portugués. Las tierras de Entre Douro e Minho pasaban la pertenecer al rey de la Etúria con el nombre de Lusitânia Setentarional; el Alentejo y Algarbe recebían o nombre de Principado dos Algarves y ficaban en la pose de Manuel Godoy y las provincias de Tras-os-Montes, das Beiras y de la Estremadura, caberían al imperador, pero podiendo ficar en la pose de la Casa de Braganza sobre protectorado del rey de España.Atendiendo al desastre de las campañas recientes de las fuerzas militares, los políticos y los militares acabarían por promulgar en 27 de septiembre de 1805, a primera grande reforma militar, que asociaba la intensión de disminuir las despezas a la capacidad operacional de las plazas e fortalezas terrestres y marítimas. Para tal se estabelecía que apenas las principales continuarían al servicio de la corona y de una forma particular las que se situaban a lo largo de la raya terrestre y marítima prtuguesa, lo que determinó el desaparecimiento de todas las plazas del interior. Por la reforma de 19 de mayo de 1806, el ejército portugués pasó a ser constituído por tropas de línea, constituídas por regimentos de infantería, caballería y artillería, en lo cuales se integraban las milícias, ordenanzas y algunos cuerpos militares y civiles. Y en vísperas de la primera invasión, estas reformas militares estaban ya en práctica a lo largo de la frontera y en particular en la región del Caya donde la plaza militar de Elvas era entonces por lo su número de fuerzas aparcadas un de las más importantes del país. Con todo, las tres invasiones francesas que atravesarían el país, lanzando el miedo, violencia y  morte, sólo tuvó consecuencias directas en la región en nuestro estudio durante la última, cuando el General Massena se econtraba ya en retirada. En la verdad en comienzos de 1811, el ejército francés a mando de Soult cercó con éxito las plazas de la raya de la Extremadura de Badajoz en de 10 de marzo e Albuquerque y Valência de Alcántara cinco días después. En las plazas de la raya portuguesa, en Elvas y Campo Mayor las fuerzas militares y sus poblaciones, resistirían a las tropas de Soult y una nueva etapa se iniciaba las llamadas «Guerras Peninsulares»  en las cuales se destacarían las fuerzas aparcadas en la Plaza miltar de Elvas, que acabó por tener un papel fudamental en las maniobras de militares de la fuerza anglo-lusa, ahora integrando también las tropas españolas.De hecho, los refurzos militares anglo-luso sobre mando del General Beresford  fueron decisivos para la pierda de una parte del ejército junto a la puente de Albuela[21]. La batalla de Albuela foi lo primero combate en tierras peninsulares en que la coordinación de los esfuerzos entre los efectivos inglés, portugués y español, muy superior a lo que sucediera en otras ocasiones, nobradamente en la Batalla de Talavera, dos años antes. Una vez  más la plaza militar de Elvas desempenó un papel fundamental en la asistencia a los heridos que eran transportados en sucesivos comboios para la ciudad que se transformó en un verdadero hospital de campaña, de tal forma que fue necesario recurrir a algunos almacénes para recoja de las vítimas de la Albuela. Entre las fuerzas que participarían en la Tomada de Badajoz en 24 de Marzo de 1812 y la Batalla de Vitória  en 21 de junio de 1913 que marcó el inicio de la retirada de los franceses de la Península Ibérica se encontraba un regimento de infantería compuesto por militares de la plaza militar de Elvas chefiados por el General Hill, un de los estrategas del cerco y tomada de Badajoz.  Con el regreso de la paz al territorio portugués, era necesario reorganizar la vida económica, en una período en que las rentas de la aduanas presentaban un saldo negativo como consecuencia de la guerra y del surto del contrabando de productos como el vino y el sal. Asi, en 1818 el monarca D. João V determinó en alvará a través de la ley de 12 de agosto que en las aduanas de Portugal y del Brasil «que deviam pagar todos os géneros que entrassem ou saíssem, com a excepção concedida por lei em benefício da Indústria e Cultura»[22]. La vida comercial, en la raya del distrito de Portalegre voltó a intensificarse con la normalidad de otros tiempos de la historia de la frontera, a pesar de la instabilidad política que el país vivía como resultado del clima de guerra civil que marcó las décadas de 1820 y 1830. Con todo conviene refrir que el comercio con la España continuó entonces a ser una preocupación para las autoridades nacionales que defendían la necesidad de una reforma de las aduanas una vez que una parte considerable de ese comercio era ilegal.De hecho, en los comparses finales del siglo XVIII y durante todo el Ochocientos el tráfico ilícito continuó siendo intenso, favorecido por la existencia en Portugal de una oferta muy amplia de manufacturas inglesas de gran calidad y a buen precio cuya venta atraía a contrabandistas tanto de los núcleos fronterizos del Caya, especialmente de las ciudades de Elvas y Badajoz como las poblaciones que se situaban en las márgenes del Guadiana, casos de Olivenza, Juromenha y Vila Viçosa. Postado por Arlindo Sena    



[1] Liv.3, de Odiana,fol.171.Lisboa, ANTT , Lisboa .
[2] Chancelaria de D.João II,Livro nº12,pp.113,ANTT,Lisboa.
[3] Kayserling, M., História dos Judeus em Portugal, Pioneira, São Paulo, 1971, p.143.
[4] Chancelaria de D.Afonso V, Livro nº19, fols, 229, ANTT, Lisboa.
[5] Chancelaria de d.Afonso V, Livro nº3, fols.81,ANTT, Lisboa.
[6] Chancelaria de D.João I, livro nº1 (fols.88-105) , ANTT,Lisboa
[7] Cartas do Governador da Província do Alentejo, MAN, 15-6-1647,p.186
[8]  Ob. cit. MAN, 14-12-1646,p.214 
[9]  Ob. cit. MAN, 14- 6-1647,p.161
[10] Tomás Pires, António, Estudose notas elvenses, II, Tipografia Progresso.Elvas, pp.17-20
[11] MOURA AZEVEDO, Estevão da Gama,Noticias da Antiguidade da Vila de campo Mayor, Câmara Municipal Campo Mayor,1993
[12] HUERGA CRIADO, Pilar, En la raya de Portugal: solidariedad y tensiones en la comunidad judeoconversa,p.140-167.
[13] ANTT, Inquisição de Évora, proceso nº9057.
[14] VALDIESO, Maria Isabel , « Actas das II Jornadas Luso-Espanholas de História Medieval, Vol.II, p.605.  
[15] Livro 2.º do Registo das Cartas dos Governadores de Armas (1653 -1657), pub. Manuel Lopes Ribeiro e César Pegado, Coimbra, 1940, pp. 85, 86 y 105. 
[16] Mélon Jiménez, M., Hacienda, Comercio y Contrabando en la frontera de Porugal ( siglos XV-XVIII), p.62.


[17] Mélon Jiméne, M., ob.cit. p.153.
[18] Ventura, António., Nova História Militar de Portugal, Círculo de eleitores, Lisboa, 2004, p.22.
[19] Ventura, António., op.cit.p.24.
[20] Ventura, António, op.cit., p.23.
[21] Gazeta de Lisboa, de 28 de mayo de 1811.
[22] Serrão, Joaquim., História de Portugal, Vol.VII, Editorial Verbo, Viseu, 1984, p.87.